Con Nicolás Buenaventura
Durante muchos siglos los seres humanos creímos ser la única especie dotada de lenguaje. Lorenz, Goodall y muchos otros han desmontado de manera contundente ese fatuo orgullo, por ellos sabemos que los animales, incluso microscópicos, se comunican entre sí a través de vibraciones o de mensajes, visuales o químicos, y que son capaces de aprender de la experiencia y transmitirla.
Por Mankell, Mancuso y otros especialistas en biología y neurobiología vegetal, hoy asimismo estamos ciertos de que también las plantas lo hacen.
Pero hoy que sabemos que animales y plantas se comunican y comenzamos a comprender sus lenguajes, subsiste una duda, ¿habrá también escrituras no humanas?
¿Será que sólo los seres humanos hemos osado desafiar la distancia temporal o física para comunicarnos con los ausentes y vencer la muerte?
Durante más de 15 años, Nicolás Buenaventura ha recogido testimonios fotográficos que inducen a pensar que hay también una grafía vegetal. Esas fotografías probablemente den cuenta de escrituras en lenguas a las que no les hemos prestado atención.
En Jardín Lac hemos convocado a diferentes intérpretes para intentar descifrarlas. Más que a la paleográfica, se debería recurrir a la epigrafía, esa ciencia que permite no solo el desciframiento, lectura e interpretación de las inscripciones, sino también el estudio de los materiales y soportes (piedra, metal, madera, hueso, cerámica, entre otros) sobre los que se ha escrito y cómo se ha escrito, así como la finalidad, la función para la cual se concibió y se destinó tal elemento.
La empresa es cautivante. No sabemos de entrada si se trata de una o varias lenguas.
Tampoco qué géneros. Pueden ser partituras musicales. Poemas. Mensajes contables.
Epopeyas, Textos sagrados…
¿Qué recuerdos revelan? ¿Qué movimientos secretos norman o describen? ¿Qué porvenires proponen?
En este periodo vacacional tan singular, los invitamos a este viaje fascinante que se rebela contra el confinamiento pues nos invita a percibir la vida desde otro paradigma: el de la inteligencia de los árboles.
Los autores de esta grafías fueron árboles nacidos en Polonia, Italia, Francia, España, Bosnia Herzegovina, Bélgica, Inglaterra, Suiza, Portugal, Irán, Marruecos, Argelia, Guinea Ecuatorial, Sudáfrica, Canadá, Estados Unidos, México, Panamá, Colombia, Perú, Uruguay, Argentina.
Nicolás Buenaventura, cineasta y cuentero nacido en Colombia, fue quien al fotografiarlas las ha hecho del globo entero.
Los intérpretes
Daniel Teruggi, músico dedicado a la acusmática.
Gastón Alzate, descompositor musical.
José Manuel Teixeira, profesor que gusta de cambiar el mundo y cambiar con él…
José Zuleta, escritor, escribe y lee con prisioneros en las cárceles.
Laia Silva, lectora de códices y uranografías.
León David Cobo, polifacético artista de la escucha.
Martha Gómez, cantautora, su voz entreteje nostalgias, cadencias y alegrías.
Oswaldo Felipe, narrador español que tiende y cruza puentes entre la ciencia y el arte.
Paola Marín, poeta para quien las imágenes, las palabras y los sonidos nos conforman como humanos.
Las fito-grafías
4. José Zuleta
5. Laia Silva
7. Marta Gómez
9. Paola Marín
Estamos seguros que cada una de las obras surgidas a partir de las Fito-grafias de Nicolás Buenaventura es, además, una sugerencia para detenerse, observar, oler, escuchar y percibir a las plantas.
En estos días inciertos no debemos olvidar que ellas pueden vivir sin los seres humanos e incluso sin los animales, como lo hicieron cientos de millones de años, pero son imprescindibles para nuestra vida, aunque a menudo lo olvidemos. Su savia encierra no poca sabiduría para quienes están dispuestos a abrirse al diálogo con ellos.
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