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@, x,e: en torno al lenguaje inclusivo



Seguramente tú, lector, te habrás topado en varias ocasiones con algunos textos que hacen énfasis en algo que desde hace décadas (casi) nadie notaba: que el lenguaje que usamos cotidianamente refleja una manera supuestamente neutra de concebir la realidad y ayuda a reproducir ciertos valores y comportamiento.

Hoy muchos sabemos que este lenguaje supuestamente neutro -con sus usos orales, inflexiones y variantes- es una herencia cultural atravesada de privilegio masculino. Oculta la violencia machista y ayuda a perpetuar maneras opresivas de vivir. Lo más importante es poner al descubierto que no se trata solo de palabras, sino de propiciar con ellas posibilidades de relacionarnos con otros y con nosotros mismos. De reiterar o alterar conductas, juicios y prejuicios. De perjudicar o liberar a los demás.

En ese sentido el llamado lenguaje inclusivo (y el lenguaje inclusivo no binario) pretende visibilizar a sectores marginados y olvidados. Quiere facilitar otras maneras de vivir y relacionarse. De abrir posibilidades y de vincular las expresiones y los deseos. De alterar las relaciones de poder y brindar posibilidades de libertad a seres diversos.

El lenguaje inclusivo utiliza el símbolo @ o construye sus frases incluyendo ambos géneros. Por ejemplo: “Ellas y ellos o ell@s, en lugar de ellos”. El lenguaje inclusivo no binario utiliza las letras “e” o “x”, por ejemplo: amigxs en lugar de amigos o amigas; todes en lugar de todos o todas; hije en lugar de hijo o hija, etcétera.

Pero una cosa es lo que se propone y otra lo que acontece.

El lenguaje inclusivo e incluyente genera todo tipo de reacciones. Algunos se sienten sorprendidos, no entienden (o no quieren entender). Otros se sienten, por fin, reconocidos. Hay quien piensa que es una moda y quien considera que se trata de una ruptura. Es claro que el uso oral y escrito del lenguaje inclusivo ha generado debate y controversia. Por fortuna, nadie parece tener la última palabra.

Desde Jardín Lac consideramos que se trata de una conversación -¿o una confrontación?- que no cesará de sumar voces y alegatos, porque no cesarán tampoco las tensiones naturales propias de la convivencia de los diversos.

También reconocemos que en un momento de sobreinformación y prisa comunicativa, no es infrecuente sentirse perplejo y desconcertado. Por eso queremos invitar a otros a habitar el territorio que Rilke llamaba “la profundización de la duda”.

A continuación compartimos una serie de apuntes, interrogantes y reflexiones en torno al uso del lenguaje inclusivo. Esperamos que estas voces y las que se vayan sumando le permitan a cada uno de nuestros lectores comprender mejor a los demás y tomar una postura razonada.

Lo más importante para nosotros es asumir que cuidar las palabras es una manera de cuidar las relaciones.

1. Jorge Carrión en un artículo para el New York Times: “No creo que importe si estás a favor o en contra del uso cada vez más común de palabras neutras. Lo importante es que nadie olvide que la inclusión sigue pendiente. El lenguaje inclusivo es sobre todo un síntoma: el del malestar compartido por el hecho de que buena parte de la población humana siga estando fuera de toda representación. Y, por tanto, debe ser apoyado y entendido como el prólogo de un proyecto urgente: el de la incorporación de todos aquellos que no son nombrados y que, por extensión, tampoco son incluidos”.

2. Hélène Carrère D’Encausse, integrante de la Academia Francesa, declaró recientemente que es un error considerar que el sexismo se origina en la lengua y que “al preconizar una reforma inmediata y totalizante de la grafía, los promotores de la escritura inclusiva violentan los ritmos de la evolución del lenguaje según un mandato brutal, arbitrario”.


3. Uno de los posibles abordajes al debate que suele desestimarse es el abordaje funcional. En ciertas lenguas, como es el caso del francés, las derivaciones gramaticales del lenguaje inclusivo no binario complican la pronunciación de las palabras, particularmente para un sector poblacional que padece dislexia, disfasia y apraxia, lo cual implicaría un nuevo tipo de exclusión.


4. Fragmento del Manifiesto para la Insurrección Transfeminista: “Dinamitemos el binomio género y sexo como práctica política. Sigamos el camino que empezamos, “no se nace mujer, se llega a serlo”, continuemos desenmascarando las estructuras de poder, la división y jerarquización. Si no aprendemos que la diferencia hombre mujer, es una producción cultural, al igual que lo es la estructura jerárquica que nos oprime, reforzaremos la estructura que nos tiraniza: las fronteras hombre/mujer. Todas las personas producimos género, produzcamos libertad. Argumentemos con infinitos géneros...

6. Palabras de la dramaturga mexicana Mariana Hartasánchez:

“Desde que se instauró en las redes sociales el uso del ahora llamado “lenguaje incluyente” he presenciado más pugnas airadas y peleas sangrientas que debates civilizados en torno al tema. Esta violencia me hace sospechar que, detrás de aquello que muchos consideran como una panacea progresista y un viraje histórico para quienes han vivido en la invisibilidad, en realidad se esconde una especie de cacería que permite identificar fácilmente a quienes no piensan “como deben pensar las personas buenas”.

A lo largo de la historia, las marcas han servido para evidenciar a quienes la sociedad tiene el permiso y el derecho de repudiar. Esto es lo que ocurre en la icónica novela de Nathaniel Hawthorne, en la que una mujer, acusada de adulterio, se ve en la obligación de llevar en el pecho una ominosa letra escarlata. Los episodios más tristes y devastadores que manchan nuestro ideal de progreso comparten una constante: los indeseables deben ser estigmatizados visiblemente.

¿Y no es eso lo que está ocurriendo con el “lenguaje incluyente”? Quienes hemos decidido no adoptarlo, de inmediato nos hacemos visibles y nos convertimos en sospechosos. Nos vemos en la necesidad de explicar que para nosotros la inclusión social tiene que ver con convicciones profundas y cambios ideológicos, no con modificaciones superficiales y forzadas que se relacionan con tendencias difundidas masivamente a través de discursos tramposamente morales. La enorme ventaja de respetar las reglas que norman el uso de una lengua es que las personas pueden resguardar su ideología y preservar su intimidad. La neutralidad que se defiende desde la academia es una forma de mantener el respeto entre todos los seres humanos. Cuando entablo una conversación cualquiera con alguien, no deseo que el hecho de que yo omita los consabidos giros idiomáticos “incluyentes” genere una tensión innecesaria. Es decir, si hablo acerca del pastel de manzana o de la caída de la bolsa, no estoy hablando acerca de los transexuales, la misoginia o el patriarcado; estoy hablando del pastel de manzana o de la caída de la bolsa. Pero parece que estamos dando vueltas en círculos, mordiéndonos la cola, encallando una y otra vez en discusiones bizantinas que no resolverán la desigualdad en el mundo, antes bien, la arraigarán y apoyarán drásticamente.”

7. Reflexionar sobre el lenguaje inclusivo lleva a considerar lenguajes como el braille y la lengua de señas, históricamente relegados de la conversación pública.


8. En Suecia, la academia de la lengua aprobó el pronombre neutro Hen. Se utiliza para no definir si una persona es hombre o mujer, ya sea porque no se sabe, porque no es relevante o para evitar establecer prejuicios a través de los pronombres. En Suecia esta palabra se utiliza comúnmente en los medios de comunicación y en la publicidad.


9. En Suiza el debate ha escalado hasta el punto de que quizá tenga que resolverse en las urnas. En la gramática francesa, italiana y alemana (las lenguas que conviven en este país) el plural masculino tiene preponderancia cuando se refieren a grupos de mujeres y hombres. Con el fin de resolver este problema, un sector de la población ha comenzado a utilizar puntos y asteriscos para incluir a hombres, mujeres y personas no binarias. Aunque el Ministerio de Educación prohibió estas formulaciones, grupos de ciudadanos buscan impulsar leyes para que los libros de texto utilicen el lenguaje inclusivo. A falta de diálogo es probable que el parlamento suizo convoque al voto ciudadano próximamente.


Estos puntos representan apenas un somero vistazo al amplísimo panorama de ideas y argumentaciones en torno al lenguaje inclusivo. Los presentamos aquí como quien da un primer paso en una invitación al diálogo. Entre los miembros del consejo editorial de JardínLac hay puntos de vista diversos e incluso opuestos; la intención de esta nota – más que tomar postura a favor o en contra de tal o cual bando- es abrir la conversación y sentir el pulso de un debate que resuena con fuerza en estos días.


 

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