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Daniel Goldin

To play or not to play: Lucía Uribe en el Jardín


 


Un pokar de ases contra la muerte

Si la pandemia la obligó a recluirse, ella volteó a mirar su teléfono celular como una herramienta de rescate. No una vía para multiplicar las quejas y el desconsuelo, sino para algo más apremiante: cómo sobrevivir sin quedar mutilado.  Algo tan simple como defenderse de la muerte. Y lo encontró en ese verbo que, desde una mirada filosófica, vincula a la alegría con el conocimiento y la ética: el verbo to play, ‘jugar’ y ‘actuar’. Mira, al final de la página, los cuatro videos de Lucía Uribe



En inglés se usa un mismo verbo para describir dos actividades que en castellano se designan con sendos verbos: “jugar” y “actuar”.

Ignoro las razones. Pero no pueden atribuirse, al menos no únicamente, a que to play proviene de una raíz proto germánica, mientras que jugar viene del latín iocari, que significa ‘hacer algo con alegría’. De ahí que en francés, otra lengua romance, el vínculo de las dos acepciones de to play, subsista. Jouer tiene acepciones similares al inglés, pero proviene de la misma raíz latina que nuestro “jugar”.

Tal podríamos explicarlo a partir del peculiar uso del ser y el estar, un rasgo que caracteriza a la lengua castellana y, sin duda, incide en nuestra manera de concebir, hacer y estar en el mundo. Aunque sé que hay que ser cuidadosos con esas afirmaciones que mezclan la ontología con la manteca y nos hacen sentir iluminados cuando, tal vez, sólo presenciamos juegos de pirotecnia. 

El lenguaje determina nuestra manera de ver el mundo, pero el lenguaje y la forma de ser en el mundo son dinámicas. Como todo lo que está vivo, es cambiante, responde a lo contingente. 

Se modifica por accidente o bien por la creatividad humana: ese permanente ejercicio de rebeldía con lo que está a partir de lo que es.


Mi amiga Ana Cristina Herreros me previene acerca de la fácil escisión de jugar y actuar. En castellano, “juglar” viene de “jugar”. El juglar es una de las primeras formas de teatro popular. En otras palabras, esta singular filóloga, que ha pasado media vida recogiendo, investigando y dándole nueva vida a relatos orales en al menos tres continentes, me insinúa que en algún estrato de nuestro idioma subsiste la misma raíz que identifica las dos acepciones de to play: ‘actuar’ y ‘jugar’. Saberes de una persona que conoce los arquetipos, esas construcciones de sentido que no dependen ni del tiempo ni del entorno.


Tal vez la clave está en la alegría. Esa alegría del exceso, a la que apunta iocare


Para Baruch Spinoza, la alegría era fundamental. Se produce en el encuentro. Incrementa nuestra potencia para estar en el mundo. 


Ese impulso vital lúdico le da un valor vital  y moral que me vino a la mente cuando vi estos cuatro pequeños videos con los que la artista Lucía Uribe (aquí también jugamos con la doble acepción, el artista que actúa y el artista que crea) enfrentó el confinamiento.

Como centenares de habitantes de nuestro planeta, Lucía se vio obligada a recluirse ante la amenaza de un bicho que ni siquiera sabemos si está vivo. Un bicho que resulta invisible a simple vista. Primitivo y minúsculo, pero singularmente poderoso. Nunca antes tal cantidad de humanos había detenido a un mismo tiempo sus actividades. Ni siquiera durante las guerras mundiales tantos niños habían permanecido en casa de manera tan drástica. Por no mencionar el pasmo de los científicos y el ridículo de innumerables políticos. 

Pero conjeturo que no fueron esos los pensamientos que ocuparon la lúdica y vital mente de Lucía Uribe. 

Si la pandemia la obligó a recluirse, ella volteó a mirar su teléfono celular como una herramienta de rescate. No una vía para multiplicar las quejas y el desconsuelo, sino para algo más apremiante: cómo sobrevivir sin quedar mutilado. 

Algo tan simple como defenderse de la muerte. Y lo encontró en ese verbo que, insisto, desde una mirada filosófica, vincula a la alegría con el conocimiento y la ética: el verbo to play, ‘jugar’ y ‘actuar’.


Si se trata de optar por un dilema  dramático, seguro nos viene a la mente To be or not to be. ¿Y si lo usáramos como ser o estar, como dilema ser jugando & actuando (es decir un nivel ontológico) y no meramente en el estar jugando & actuando?


Cualquiera puede estar actuando y cualquiera puede estar jugando.

Pero quien juega y actúa con cierta intensidad (talento, entrega, ponga usted amable lector el verbo que le convenga) va a entrar en un territorio harto misterioso en el que uno descubre ser otro y otros, en el que uno se descubre nuevo, original y originante: un terreno que opone la fertilidad a lo fúnebre. En el que se nace, se celebra, se provoca e invoca. Uno y múltiple.




Contagiada por ese poder viralizador, Lucía se replicó.


Si la pandemia la obligó a confinarse, ella no iba aceptar convertirse en una finada más. Por el contrario, en lugar de reducirse o anularse, se multiplicó. 

Una troupe de profesionales de las artes escénicas acampó en su departamento y se dedicó a jugar, en el doble sentido de to play.

Van aquí los créditos reconocidos por ella (aunque seguramente habrá 

algunos que ella involuntariamente olvidó): La actriz, Uribe Lucía. La guionista, Uricia Lube; la productora, Urilu Ciabe; la fotógrafa, Ribelucía U; la editora, Cía Luribe; la creadora de efectos especiales, Ucía Luribe; la extra, Beluc Uri; el increíble domador de leones, Cialu Ribeu, y la coreógrafa, Belu Ciribe.

Toda una tropa que, por solidaridad, aceptó compartir el mismo plato de lentejas que ella. Pan y Agua. O ajo(derse) y agua(ntarse) les dijo a ellas y a sacar la casta y enfrentar con alegría esta desgracia.

La directora manda. Y la directora sabe que se enfrenta a algo que no es lo que algunos llaman la muerte (que siempre ganará la partida) sino la tristeza, que nos reduce, Spinoza dixit. Nos confina en el desencuentro. Nos hace idénticos para toda la vida a nosotros mismos. Una cualidad que sólo tienen, por un rato, las momias.


Darle la bienvenida al otro. Escapar de esa condena de ser el mismo es una manera de asumir y de instaurar una política. También de crear y conciliar mundos.

Winnicott, el gran psicólogo inglés, ya había señalado que el juego es la primera actividad psíquica del niño. Una manera de conciliar el mundo interior y el exterior. 

En este tiempo de enclaustramiento forzoso e Internet, de algoritmos y ritmos descompuestos, ¿qué distingue exactamente lo interior y lo exterior?

En este tiempo lo interior y lo exterior se han borrado. Es preciso repensar ese vínculo. 

No pretendo hallar una respuesta. Tampoco lo pretende ella con este póquer de ases que son los cuatro videos que Lucía Uribe creó para Oasis del arte, en el Jardín Lac.

Para mí es un gran placer compartir con los visitantes de este jardín esos divertimentos que son una manera de apostar por la vida. 

¡Que empiece la función!



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