Cansados de leer y escuchar noticias sobre nuestro presente aciago y nuestro futuro incierto nos hemos dado cita con Anna Tsing, una antropóloga que ha dedicado muchos años a explorar desde las ciencias naturales, las humanidades y las artes distintos problemas socioambientales de cara a la crisis ambiental, política, cultural y económica. ¡Qué refrescante es encontrar a alguien que horada fronteras entre disciplinas y detiene su mirada donde otros ponen la suela, pero sobre todo qué sugerente es su capacidad de escuchar y poner a dialogar a tantas personas invisibilizadas!
El jardín está silente. En medio de la hojarasca húmeda se asoman unos pequeños seres vivos; expresiones superficiales de todo lo que acontece al interior de los suelos. Unidos con el micelio, nos exhortan a explorar La seta del fin del mundo. Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas. Un extraordinario libro de Tsing que nos invita a recordar que la precariedad acompaña siempre a la vida, y a revalorarla. Abrimos sus páginas y el silencioso jardín acoge una conversación que compartimos con nuestros lectores.
Jardín Lac: Muchas gracias por su disponibilidad para conversar con nosotros. La suya es una mirada muy refrescante en momentos aciagos como los que estamos viviendo. Permítanme comenzar con una pregunta personal. “¿Qué hace usted cuando siente que su mundo comienza a desmoronarse?”
Anna: Yo salgo a pasear, y, si tengo mucha suerte, encuentro alguna que otra seta. Las setas me devuelven el ánimo; no solo ―como las flores― por sus abrumadores colores y olores, sino porque además brotan de forma inesperada, recordándome mi buena fortuna por estar allí justo en ese momento. Entonces soy consciente de que todavía hay placeres en medio de los terrores de la indeterminación.
JL: Gracias, Anna. Siempre es grato escuchar esto, sobre todo cuando el placer no significa un escape de un entorno preocupante como el que estamos viendo en todo el orbe.
Anna: En efecto… Los terrores son evidentes, y no solo para mí. El clima del planeta se está descontrolando, y el progreso industrial ha demostrado ser mucho más mortífero para la vida en la Tierra de lo que nadie habría imaginado hace un siglo. La economía ya no es una fuente de crecimiento ni optimismo, y cualquiera de nuestros puestos de trabajo podría desaparecer con la próxima crisis económica. Y no solo porque yo pueda temer una oleada de nuevos desastres: tampoco puedo apoyarme en historias que expliquen a dónde va el mundo y por qué.
JL: Según percibimos, usted remarca una condición nueva en el presente. ¿Cuál es?
Anna: Sí. Antaño la precariedad parecía el destino de los menos afortunados; hoy parece que todas nuestras vidas son precarias, incluso cuando ―al menos por el momento― tenemos los bolsillos llenos. A diferencia de lo que ocurría a mediados del siglo XX, cuando los poetas y filósofos del Norte global se sentían enjaulados por una excesiva estabilidad, hoy muchos de nosotros, en el Norte y en el Sur, afrontamos una situación de problemas sin fin.
JL: Su libro nos invita a asumir una nueva narrativa. Lo hace retomando la historia de las migraciones, de las guerras, de los oficios que persisten y de los modos de vida que se reconfiguran en cada momento. También escuchando y registrando el universo de una pequeña y preciada seta, el matsutake, que parece ser la imagen y la exhortación para construir modos de vida distintos.
Pero tenemos la impresión de que antes que todo eso, usted nos está invitando a mirar críticamente la relación del hombre con la naturaleza.
Anna: Gracias por remarcarlo. Justamente así comienzo mi libro.
Desde la Ilustración, los filósofos occidentales nos han mostrado una Naturaleza grandiosa y universal, pero a la vez pasiva y mecánica. La Naturaleza era un telón de fondo y un recurso para la intencionalidad moral del Hombre, que podía domesticarla y dominarla. Se dejaba a los fabulistas, incluidos los narradores no occidentales y «ajenos a la civilización», la tarea de recordarnos las alegres actividades de todos los seres, humanos y no humanos.
JL: ¿Qué ha posibilitado ese cambio? / ¿Y qué consecuencias ha traído esto al mundo?
Anna: Para empezar, toda esa domesticación y toda esa dominación han causado un desastre que no está claro si la vida en la Tierra puede continuar. En segundo término, las interrelaciones entre especies, que antaño parecían cosa de fábula, hoy son objeto de serios debates entre biólogos y ecólogos, que muestran cómo la vida requiere que los humanos no pueden sobrevivir pisoteando a todos los demás. En tercer lugar, las mujeres y los hombres concretos de todo el mundo hemos hecho oír nuestra voz para que se nos incluyera en el estatus antaño otorgado exclusivamente al hombre abstracto. Hoy, nuestra alborotadora presencia socava la intencionalidad moral de aquella masculinidad cristiana propia del Hombre que separa a éste de la naturaleza.
JL: ¿Y qué considera usted que nos es posible hoy para reparar esta histórica separación? ¿Qué cree que es necesario para reparar esa histórica herida que nos ha hecho creer que somos algo distinto y superior a la naturaleza?
Anna: Justamente este es el momento de adoptar nuevas formas de contar historias auténticas más allá de los primeros principios de la civilización. Sin el Hombre y la Naturaleza, todas las criaturas pueden volver a la vida, y los hombres y mujeres pueden expresarse sin las restricciones de una racionalidad imaginada desde el provincianismo. Tenemos que invocar una “tercera naturaleza” que aluda a lo que es capaz de vivir a pesar del capitalismo.
JL: Sí, somos conscientes de que el cóctel de la crisis ambiental, política y social tiene sus raíces en el racionalismo y el capitalismo, pero más allá de esto, nos interesa saber cómo es que una seta, el matsutake, aparece como imagen e hilo conductor para imaginar otras realidades posibles al margen del capitalismo y de la precariedad.
Anna: Lo primero, es que no creo que haya una vida posible al margen de la precariedad, más bien de lo que se trata es de explorar la vida y las condiciones de precariedad, es decir, las de la vida sin la promesa de la estabilidad.
Lo segundo es que, si nos abrimos a su fúngico atractivo… Se dice que cuando, en 1945, la bomba atómica destruyó Hiroshima, el primer ser vivo que resurgió en el paisaje devastado fue una seta matsutake.
Los matsutakes son setas silvestres que viven en bosques alterados por el hombre. Como las ratas, los mapaches y las cucarachas, están dispuestos a resistir algunos desastres medioambientales que han creado los humanos. Pero en este caso no se trata de una plaga: lejos de ello, representa un preciado placer gastronómico del matsutake, la seta más valiosa del mundo. Gracias a los nutrientes que proporciona a los árboles, el matsutake ayuda a los bosques a desarrollarse en lugares de aspecto espeluznante. Tomar el matsutake como guía nos revela posibilidades de coexistencia en el marco de la perturbación medioambiental. Obviamente, eso no es excusa para causar más daños, pero el matsutake nos muestra un cierto tipo de supervivencia colaborativa.
JL: Nos parece muy sugerente que usted proponga que una de las formas de fraguar la precariedad a la que nos ha sumido el desastre ambiental causado por el antropocentrismo capitalista, es apostando por modos de vida colaborativos, basados en el cuidado y en el corazón mismo de los lugares ya devastados.
Anna: Sí, en esta nuestra época de expectativas reducidas, busco revalorar las ideologías basadas en la perturbación en las que en ocasiones numerosas especies viven juntas sin que exista ni armonía ni conquista.
JL: Anna, estamos muy agradecidas contigo por esta entrevista y por invitarnos, a través de tu libro, a conocer el universo fascinante y complejo del matsutake. Y por convocarnos a revalorar la precariedad desde sus dimensiones económicas, ambientales y político culturales. Deseamos que cada vez nos sea más posible vivir en entornos colaborativos y multiespecie, a pesar de la crisis misma.
Agradecemos a Capitán Swing la publicación de este libro y recomendamos su lectura.
Anna Lowenhaupt Tsing es antropóloga, dedicada a la docencia y la investigación. Sus temas de interés han girado en torno a las problemáticas ambientales, políticas y económicas ligadas al antropoceno. Su trabajo es reconocido por las grandes aportaciones a las humanidades ambientales, específicamente por su rigurosa labor conceptual respecto del antropoceno y el plantacionoceno.
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