La biblioteca es mucho más que un espacio físico:
el caso bibliotecario sueco durante la pandemia
En el ámbito bibliotecario, a menudo tenemos que lidiar con la barrera imaginaria que impide que usuarios potenciales entren a la biblioteca. Gracias al confinamiento, por primera vez nos vimos obligadas a encontrar soluciones así que realizar actividades al aire libre se volvió una práctica común cuando las condiciones sanitarias permitieron reanudar los encuentros. Algunas bibliotecas ya lo ponían en práctica mediante sus servicios de extensión. Sin embargo, para muchas fue la primera vez en intentarlo.
Entre las bibliotecas con experiencia previa, destacan las suecas pues cuentan con un formidable plan de servicios de extensión bibliotecaria. Utilizan bibliotecas móviles, tanto motorizadas como no motorizadas; o Boken Kommer, el servicio de entrega a domicilio para adultos mayores, personas con discapacidad y aquellos que no pueden desplazarse por su cuenta a la bibloteca; y Ljudbiblioteket, la biblioteca de audio disponible para préstamo en la biblioteca y con entrega a domicilio. Estas alternativas se volvieron fundamentales para seguir beneficiando a sus comunidades, además de rediseñar la estrategia.
Aunque en Suecia no hubo cierres totales, sí se tomaron medidas de precaución al limitar los servicios. El 90% de los municipios mantuvo las bibliotecas abiertas y el 85% encontró la manera de ofertar servicios extendidos. El personal que enfermara o tuviera una situación de salud delicada, podía permanecer en casa. Aunque esto afectó la plantilla disponible, no impactó tan duramente en los servicios de la biblioteca. Cada ciudad se organizó de manera que no pusieran en peligro a nadie, pero tampoco impidiera continuar la atención de los usuarios. Muchas de ellas no recibieron visitas en sus locales pero sí mantuvieron el préstamo a domicilio e incluso, aprovechando el clima durante el verano, trasladaron sus actividades al exterior. Se vio lo valiosa y cierta que es esa frase de Cicerón “si junto a la biblioteca tienes un jardín, nada te faltará”.
Hagamos a continuación un recorrido por las experiencias en Estocolmo, Gotembugo y Malmö, tres de las ciudades principales de este país escandinavo.
Estocolmo: visitas fugaces y al aire libre
A mediados de marzo, casi la mitad de las bibliotecas públicas de Estocolmo cerraron para evitar la congestión y así prevenir el contagio. La razón se debió a que algunas de ellas ocupan locales pequeños por lo que era difícil garantizar la seguridad. Las autoridades se preocuparon por mantener al menos una biblioteca abierta en cada distrito para poder atender las necesidades de los usuarios. Para volver a abrirlas consideraron las dimensiones del local y la adaptabilidad del mobiliario para poder recibir visitas. Desde septiembre, las bibliotecas permanecen abiertas con limitaciones en el servicio.
Una de las bibliotecas más grandes de la ciudad es la Biblioteca Pública Central de Estocolmo que solía tener los escritorios y puestos de lectura abarrotados. Con la llegada del confinamiento, mantuvieron sus servicios disponibles pero limitados. Fue inusual ver las salas vacías y casi al mínimo de su ocupación. Un guardia se aseguraba de que no hubiera más de 50 personas al mismo tiempo dentro del edificio.
Una de las bibliotecas más grandes de la ciudad es la Biblioteca Pública Central de Estocolmo que solía tener los escritorios y puestos de lectura abarrotados. Con la llegada del confinamiento, mantuvieron sus servicios disponibles pero limitados. Fue inusual ver las salas vacías y casi al mínimo de su ocupación. Un guardia se aseguraba de que no hubiera más de 50 personas al mismo tiempo dentro del edificio. Además, se condicionó el uso de las computadoras a 30 minutos por persona, por día. Si bien la biblioteca invita a permanecer el tiempo que uno quiera dentro de su horario de atención, esta vez insistieron en hacer visitas breves y bien planeadas.
Para la atención del público infantil y juvenil, se diseñaron experiencias al aire libre. TioTretton, la biblioteca especializada para niños y niñas de 10 a 13 años escondieron libros en distintas ubicaciones para obsequiar a los lectores. Durante el mes de junio, en Punkt127 adaptaron el servicio de la biblioteca al formato de kiosko: seleccionaron material que ubicaron en carritos y libreros pequeños para exhibir en el exterior de la biblioteca. La intención era que los usuarios pasaran a recoger. Posteriormente instalaron mantas y cojines para tomar asiento, leer y conversar.
Malmö: de lengua me doy un paseo
La biblioteca Garaget, ubicada en un barrio multicultural de Malmö, ha destacado por su programa de aprendizaje de sueco. La ciudad es el punto más cercano a la Europa continental pues se une a Copenhague, Dinamarca, a través del Øresundsbron, un puente de casi 8 kilómetros. Esta vía facilita la llegada de personas refugiadas a Suecia, aunque también lo hacen por ferris y avión. De tal manera, Malmö se ha vuelto la puerta de entrada a Suecia, país ejemplar por su economía y organización social.
Aunque la mayoría de la población habla inglés, comunicarse en sueco es fundamental para integrase al país. Hay numerosos esfuerzos por apoyar el aprendizaje de este idioma por lo que no es del todo excepcional que las bibliotecas sean parte de ello. En el café de idiomas, Språkkafe, de Garaget principalmente se practica sueco con inmigrantes. La oferta de este programa es posible por la participación de voluntarios que desean enseñar sueco. A menudo son profesores o bibliotecarios retirados, pero también se une gente joven que quiere colaborar. La experiencia es maravillosa. Habitualmente se reúnen los martes y viernes en sesiones de dos horas. La experiencia ocurre en la sala principal de la biblioteca donde se colocan sillas y mesas adicionales para acomodar a los participantes. En ocasiones pueden llegar más de 50 personas interesadas en el idioma.
En el café de idiomas, Språkkafe, de Garaget principalmente se practica sueco con inmigrantes. La oferta de este programa es posible por la participación de voluntarios que desean enseñar sueco. A menudo son profesores o bibliotecarios retirados, pero también se une gente joven que quiere colaborar. La experiencia es maravillosa. Habitualmente se reúnen los martes y viernes en sesiones de dos horas. La experiencia ocurre en la sala principal de la biblioteca donde se colocan sillas y mesas adicionales para acomodar a los participantes. En ocasiones pueden llegar más de 50 personas.
Debido a la pandemia, Garaget tuvo que adaptar el formato del café de idiomas. Al no ser recomendable estar dentro de un local, optaron por mantener la práctica mediante paseos. Así fue como surgió Språkpromenad, la alternativa al aire libre. Los coordinadores del café de idiomas reciben a los participantes y voluntarios en la entrada a la biblioteca para partir rumbo a sus paseos a las 13:15. Los cambios de hora y ajustes pertinentes se comunican a través de un grupo de Facebook creado para los participantes. Por ahora, no es posible tener las sesiones dentro así que, en caso de mal clima, se cancelan.
Los paseos de idiomas comenzaron en abril, en un momento en que la incertidumbre ocasionaba la cancelación de muchas actividades. Para la ciudad, el café de idiomas era un servicio básico así que no podía interrumpirse. Tras seis meses de haber implementado los paseos, la biblioteca pidió a los participantes que realizaran una evaluación del programa para conocer sus impresiones. Ojalá pronto las comuniquen.
Gotemburgo: del libro de bolsillo a la bolsa de lecturas
Entre los servicios de las bibliotecas de Gotemburgo se encuentra el préstamo de bolsas con libros para leer; pueden estar dirigidos a la conducción de círculos de lectura o contener una rica oferta de libros para compartir con niños y niñas. Las bolsas se cuelgan en percheros muy atractivos y generalmente llevan una nota que indica lo que contienen.
A propósito de la pandemia, las personas mayores de 70 años se volvieron prioritarias en la atención. La biblioteca diseñó un programa para evitar que estos adultos se desplazaran de sus hogares pero que pudieran seguir disfrutando sus lecturas.
Bokkassen Kommer se convirtió en la solución para continuar la atención a los usuarios. Los requisitos eran simples: ser mayor de 70 años, vivir en Gotemburgo, tener credencial de la biblioteca y completar un formulario que recoge información sobre géneros, formatos, autores e idiomas preferidos. Además, una sección donde pueden explicitar que es lo que no quieren recibir o libros que ya han leído. Este dato es relevante pues demuestra que, a pesar de las circunstancias, la biblioteca debe continuar respetando el derecho a la privacidad por lo que no tienen acceso al historial de préstamos del solicitante.
A partir de la información recogida en el formulario, los bibliotecarios seleccionan siete libros para llenar la bolsa que podrá enviarse al domicilio del solicitante o bien, ser recogida en la biblioteca por una persona menor de 70 años. El programa se ha ofertado en tres ocasiones. En la última convocatoria publicada el 5 de octubre, los bolsos de libros podrán solicitarse hasta el 15 de diciembre, siendo este el periodo más largo de solicitudes hasta ahora. Cuando han terminado la lectura, las bolsas se devuelven en módulos dispuestos para evitar el ingreso al edificio de la biblioteca o bien, puede solicitar que se recojan en el domicilio del solicitante los jueves.
Las experiencias en estas tres ciudades demuestran que la implementación previa de programas que busquen garantizar los servicios para todos y todas, hace posible que en una crisis o emergencia se adapten de manera rápida, a pesar de los retos implicados.
Garantizar los servicios de la biblioteca ha sido un esfuerzo permanente en aquel país. El último año, Estocolmo vivió la remodelación de la biblioteca Tranströmer ubicada en el centro ciudadano de Medbogarplatsen. Para no dejar a los usuarios sin servicios, la biblioteca se mudó a un local modesto dentro del centro comercial Söderhallarna donde continuaron con el préstamo a domicilio y las actividades infantiles, entre otras. Durante el verano se implementó el programa pop-up en el que con una bicicleta, tapetes y cojines se ocupaba el espacio público para leer al aire libre. La biblioteca Tranströmer fue inaugurada el 26 de septiembre con servicios limitados.
Debido al momento tan duro que atravesamos, se decidió reconocer a todas las bibliotecas suecas y a su personal por el esfuerzo realizado durante el año 2020. Aseguran que la biblioteca es la competencia del bibliotecario traducida en acción. Reconocen la creatividad del sector y el haber asumido su rol social.
DIK, el sindicato sueco de los trabajadores de la cultura, la comunicación y el sector creativo otorga cada año un premio a la mejor biblioteca. Debido al momento tan duro que atravesamos, se decidió reconocer a todas las bibliotecas suecas y a su personal por el esfuerzo realizado durante el año 2020. Aseguran que la biblioteca es la competencia del bibliotecario traducida en acción. Reconocen la creatividad del sector y el haber asumido su rol social. Ahora se preparan ante la posibilidad de volver a limitar sus servicios viendo cómo se desarrolla el rebrote en Europa.
Te pueden interesar:
Comments