Ablaze. Ese era el título del correo que me envió Karen. La palabra me sonaba pero no estaba segura de dónde. Abrí el correo y leí que se trataba del nuevo sencillo de Alanis Morissette, una cantante canadiense que adoré en mi juventud. Tras 8 años fuera de escena, Alanis pretendía lanzar el nuevo disco en mayo de este año. La pandemia arruinó todos los planes. La cantautora se preguntó si era pertinente sacar un disco que narrara la crisis de una persona en específico mientras el mundo entero se enfrentaba a una crisis inusitada.
En su carta, Karen me hablaba de las razones por las que encontraba este clip especialmente conmovedor. Mientras nos arreglamos, las transmisiones en directo desde los hogares se han vuelto comunes. Para la promoción del disco, Alanis y su banda se enlazaron, cada uno desde su casa, con el programa nocturno de Jimmy Fallon. Tras la presentación del conductor, la cantante aparece a cuadro sosteniendo a su hija en brazos. La niña interviene a pesar de que Morissette canta. No hay incomodidad a la vista.
La recepción en los medios coincidió: “Hija de Morissette se roba el show”. Afirmaban, además, que la cantante representaba la realidad de millones de mujeres en el mundo. Sin salir a cuadro, muchas otras mujeres vieron alterados aún más sus ritmos de vida al tener que hacer malabares entre el trabajo, los cuidados, el hogar y la maternidad que se presentaron sin avisar en un solo espacio de sus vidas: la casa.
Deborah Hynes reportó en vivo para Sky News cuando su hijo pequeño entró a preguntar si podía tomar unas galletas. La reportera se disculpó con la audiencia y el conductor para responder a la solicitud de su hijo. Los productores rápidamente cambiaron la pantalla al estudio del noticiero en el que Mark Austin, conductor del programa, explicó que dejarían a Hynes atender las necesidades de su familia. Asunto normal en el contexto del confinamiento.
En una situación similar estuvo la Dra. Clare Wenham, especialista en políticas de salud global durante una entrevista a BBC News. Desde el comienzo de su
intervención, su pequeña quiso llamar su atención. Vemos como la especialista la sujeta para bajarla del escritorio y que no interrumpa la transmisión. La pequeña intenta acomodar un dibujo por su cuenta. A veces interrumpe a la madre y ella le pide que guarde silencio. Finalmente, Christian el conductor del espacio noticioso pregunta a Clare el nombre de su hija: “Scarlett”, dice. Le sugiere que ponga el dibujo en la repisa de abajo. Va y lo acomoda para luego preguntar cómo se llama él. La importante entrevista sobre las medidas sanitarias que tomaba el gobierno británico se desvió hacia la tierna conversación entre los tres.
Estas son algunas de las historias viralizadas en las redes sociales.
En ellas se reconoce la posibilidad de seguir trabajando con todo e hijos a la vista. También se muestra que jefes y colegas pueden intervenir en situaciones inesperadas, expresando comprensión por lo que suceda. Pero sin duda es necesario mostrar tambien las condiciones en las que millones de mujeres crían y cuidan a sus familias.
Si estas mujeres no estuvieran en casa, ¿dónde estarían sus hijos? Seguramente a cargo de alguien más: un docente, una niñera, familiares… ¿y los hijos de ellas? La situación obliga a considerar que la crianza es inevitablemente colectiva. Recuerdo a María Emilia López afirmar en una charla sobre primera infancia: nunca criamos solas.
Las vidas de las mujeres y sus hijos transcurren en entornos maternantes muy diversos. Este ha sido otro aspecto demostrado por la pandemia: necesitamos espacios para encontrarnos.
Hace unas semanas, las escritoras Jazmina Barrera, Paulette Jonguitud, Daniela Rea e Isabel Zapata conversaban sobre maternidad, escritura y confinamiento. Paulette mencionó la necesidad de un espacio para encontrarse con otras mamás creadoras. Pensé en experiencias en bibliotecas de lejos y cerca. En casi todo el mundo se han implementado programas de atención a la primera infancia que tienden un brazo a las madres.
En agosto de 2019 el Colegio de México inauguró la Sala Familiar en su biblioteca académica. Tener alternativas antes de la pandemia era casi un lujo. Necesitamos que se vuelvan la norma cuando termine este encierro.
A medida que se introduce la noción de la crianza colectiva, también se hace cada vez más evidente la urgencia de apoyar el desarrollo profesional de las mujeres a la par que se promueve la maternidad y crianza.
Algunas mujeres han sido parte del tema tras llevar a sus bebés e infantes a sesiones de congresos y parlamentos: Vanessa del Castillo en México, Tammy Duckworth en Estados Unidos, Larissa Walters en Australia, Carolina Bescansa y Mónica García en España, Camila Vallejo en Chile, Licia Ronzulli en el Parlamento Europeo. Si bien no todas acudieron a sesiones específicas sobre la importante necesidad de conciliar crianza y trabajo, sí pusieron el tema sobre la mesa. Hubo quienes celebraron que bebés fueran amamantados por primera vez en un espacio legislativo, pero la insensibilidad de los colegas políticos también fue noticia.
Mientras se espera lograr cambios significativos en este tema, las mujeres siguen ajustando sus ritmos para poder con todo.
El confinamiento ha sido un contexto especialmente duro para administrar el hogar, la familia y la vida personal. Con el inicio del ciclo escolar, ahora también han de ser maestras, tutoras o prefectas de sus hijos e hijas.
El confinamiento ha sido un contexto especialmente duro para administrar el hogar, la familia y la vida personal. Con el inicio del ciclo escolar, ahora también han de ser maestras, tutoras o prefectas de sus hijos e hijas. El tema se vuelve especialmente complicado cuando la mamá es maestra y debe educar remotamente a los hijos de otras madres. La libertad y los derechos conquistados por las mujeres -sean madres o no- se ven amenazados en esta parálisis indefinida.
De manera general se ha conversado sobre los problemas de salud mental suscitados en este momento que vivimos. Sin embargo, la salud mental materna también se ha vuelto un tema especialmente relevante.
Retomando el caso de Alanis Morrisette, contaba que el disco fue escrito mientras lidiaba con depresión posparto a la par que reflexionaba sobre sus adicciones y otros problemas que enfrentó a lo largo de su carrera. Sin embargo, Ablaze, la canción que canta con su hija en brazos es una oda a sus tres hijos. Una de las líneas de la canción dice “My mission is to keep the light in your eyes ablaze” (Mi misión es mantener encendida la luz de tus ojos). Esa sencilla frase se convierte una promesa que también podemos compartir en comunidad. La maternidad y crianza son fuegos que encienden nuestras vidas.
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