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La metáfora sonora de las aguas

  • Ana Lara
  • 25 jul
  • 6 Min. de lectura
Pozos de agua salada (1827). Cortesía del Rijksmuseum, Holanda
Pozos de agua salada (1827). Cortesía del Rijksmuseum, Holanda

No hay nada más fluido que el agua. Desde la calma del río, hasta la furia de la tormenta, el agua ha sido fuente de inspiración inagotable para la música. El agua como paisaje, como recuerdo, como turbulencia interior, como metáfora de emociones profundas, como elemento natural del viaje. 

Pensemos en las tormentas, la violencia del agua que compositores tan disímbolos como Rameau, Verdi, Liszt, Beethoven han hecho suya.

O en las aguas tranquilas como el Danubio Azul (1860) de Johann Strauss o el Vals Sobre las Olas de Juventino Rosas.


Scheherezade de Nikolai Rimsky-Korsakov es uno de los muchos viajes musicales acuáticos; o Il ritorno d’Ulisse in Patria de Claudio Monteverdi. ¿Y cómo olvidar, del mismo autor, el Lamento d’Arianna cuando ve que se aleja el barco que lleva a Teseo de regreso a su tierra y la abandona en la isla?

El río como personaje de ópera en El oro del Rin de Richard Wagner (1981); el mar en todas sus facetas: Mer calme et heureux voyage (1828) de Felix Mendelssohn, A Sea Symphony (1909) de Ralph Vuaghan Williams, Four Sea Interludes from Peter Grimes (1944) de Benjamin Britten. 



En el siglo XIX y XX el agua encontró a sus dos grandes poetas en Claude Debussy, que explora los secretos de la liquidez y sus habitantes: Jardins sous la pluie, Reflets dans l’eau, La Mer, Poissons d’or, Sirènes, Ondine, Brouillards, The Snow is Dancing, Des pas sur la neige... Y Maurice Ravel con sus Jeux d’eau, Une barque sur l’océan, Ondine... En ambos casos es el color del agua lo que les fascina, su movimiento, su continua transformación.

Los músicos barrocos adoraban la teatralidad de las tempestades, los románticos unían el pathos a los paisajes, los modernos admiraban el movimiento y la luz de las aguas.


En la segunda mitad del siglo XX, el agua y quienes la habitan, empiezan a encontrar otros diálogos musicales. En primer lugar, gracias al disco Songs of the humpback whale, los cantos de la ballena jorobada que editaron los investigadores Roger Payne y Scott McVay, inspiraron a John Cage en su Litany for the Whale para dos voces y a George Crumb en su Vox Balaenae. En México, Ariel Guzik ha explorado profundamente los cantos de las ballenas grises y tiene un álbum dedicado a este trabajo fascinante que lleva por título Ballena gris.

Estos cantos, que sólo se pueden escuchar bajo el agua, no solo son hermosos sino también misteriosos. No tienen la ligereza del canto de las aves, pero tienen la profundidad que hace eco con el agua. Sin embargo, en su Epitafio a las ballenas, la compositora, cantante y performancera española Fátima Miranda se convierte, a través de su impresionante voz, en la mensajera terrestre de los cantos de los cetáceos. 


Träsnitt, Bildkonst, grabado sobre madera, Cortesía del Museo de antigüedades del Lejano Oriente, Estocolmo, Suecia
Träsnitt, Bildkonst, grabado sobre madera, Cortesía del Museo de antigüedades del Lejano Oriente, Estocolmo, Suecia

Independientemente de sus cantos, las ballenas han inspirado a muchos compositores, principalmente el Moby Dick de Herman Melville. Toru Takemitsu le dedica el segundo movimiento de su obra Towards de Sea; mientras que la compositora alemana Olga Neuwirth se inspiró en él para escribir The Outcast (2009-2011), una instalación teatral musical con vídeo.

También en el siglo XX y XXI, existen muchísimas obras dedicadas a la lluvia, al río como metáfora del tiempo o como paisaje bucólico, al mar en todas sus manifestaciones, sin embargo, en la gran mayoría de los casos, el pathos del pasado ha dejado de estar presente, y los compositores se centran más en las formas plásticas, en los contornos de imágenes, en los espacios.


Los cataclismos

En nuestra época, el agua se ha convertido en un tema recurrente a causa del calentamiento global, las inundaciones, las desapariciones de los glaciares, la desertificación...

Ludovico Enaudi compuso su Elegy for the Arctic, como parte de las acciones de Greenpeace para salvar el Ártico.  

El italiano Francesco Filidei escribió su ópera L’inondation, que irrumpe en el mundo interior del personaje femenino cuando el final del invierno hace subir las aguas del río.

Mauro Lanza, escribió la Descrizione del diluvio como un espectáculo multimedial para seis cantantes, seis percusiones, electrónica y ocho videos basados en textos de Leonardo da Vinci. Es un espectáculo creado en colaboración con Paolo Pachini, que busca crear una obra de arte total en donde los sonidos y las imágenes se funden en un único burbujeo perceptivo. Dice, Mauro Lanza: 


Los textos de Leonardo da Vinci son pinturas fonéticas en las que el juego de fonemas imita los remolinos del agua. Aunque Leonardo clasifica, cuenta y detalla las desgracias del diluvio con rigor clínico, su lengua se deja llevar por la furia de los sonidos. Verdadera poesía sonora de lo indistinto, reflejada en dos famosos grabados del maestro. En este magma de sonidos que describe el Diluvio Universal, podemos atisbar la ópera contemporánea, que ya no es el Dramma per musica (drama para la música) de antaño, sino un Dramma dalla musica (drama a través de la música).


En este caso todas las percusiones tienen un elemento acuático, el agua transforma los sonidos de otros objetos cuando se sumergen. Así como la visión se transforma con el agua, el sonido adquiere otra dimensión. 

En este mismo sentido, Tan Dun escribió en 1990 su Water Concerto utilizando el agua como fuente sonora. 

Tan Dun escribe: 


El agua es un elemento que no se puede bloquear. Se puede bloquear la tierra,

se puede decir que esto es China y esto es Rusia, pero el agua no tiene fronteras.

Lo que quiero presentar es una música para escuchar visualmente y ver en la

escucha. Quería que fuera embriagadora. Y espero que algunas personas la

escuchen y redescubran los elementos de la vida, cosas que nos rodean

pero que no percibimos.


Esta obra ha tenido un gran éxito porque, en efecto, olvidamos todos los sonidos que produce el agua y al escucharlos en un contexto de concierto, en silencio, viendo como el agua se manifiesta sonoramente, nos evoca todas las aguas escuchadas, todas las aguas soñadas.

Hay un sinnúmero de instrumentos que evocan el agua o que la emplean como materia prima: el palo de lluvia, el tambor de agua, la armónica de cristal, el waterphone, el tambor de olas, vasijas prehispánicas de todo tipo que, que con el agua suenan como pájaros. Estos instrumentos, muchas veces de origen muy antiguo y de uso casi exclusivamente tradicional, han entrado a las salas de concierto y tienen un uso cotidiano en la música contemporánea.


El agua en la música electrónica

El sonido acuático es uno de los más sencillos de reconocer, y gracias a la riqueza armónica que posee, es una herramienta fabulosa para la exploración sonora, tanto anecdótica como abstracta. Pensemos en todos los sonidos del agua que conocemos: la lluvia, las cascadas, los rápidos de un río, las olas, las tormentas, ya no como metáforas sino como sonidos muy reales y objetivos que pueden transformarse en muchos otros manteniendo su esencia acuática.


El agua entonces, ha dejado de ser solo metáfora para convertirse en material sonoro que puede ser manipulado por medio de los objetos o a través de la electrónica. Y, a pesar de nuestra capacidad para manipular el agua como instrumento musical o fuente sonora, no ha perdido un ápice de su magia y su misterio.

Gaviota en la Roca, Ohara Koson. Cortesía del Rijksmuseum,  Holanda
Gaviota en la Roca, Ohara Koson. Cortesía del Rijksmuseum, Holanda

Postludio

(para prolongar la lectura durante todo el verano y parte del otoño, al menos)

Como sugerencia para escuchar algunas de las obras que los compositores de la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI han compuesto en torno a la música:


Ballenas


Lluvias


Los colores del agua


Catástrofes acuáticas

El agua como fuente sonora




Ana Lara es una de las compositoras más representativas de la escena artística mexicana de las últimas décadas. Su música orquestal forma parte del repertorio de las orquestas de nuestro país. El conjunto de su obra tiene una amplia difusión en todo el mundo.

Su labor como gestora cultural incluye radio (Hacia una nueva música en Radio UNAM), televisión, la programación de festivales, impartición de talleres, conferencias, clases magistrales, etc. 

En 2022 recibió la Medalla Bellas Artes 2020.






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