Horacio Franco es un gran músico y un formidable comunicador. Como intérprete virtuoso de la flauta dulce y director de orquesta, hace que cada concierto sea una experiencia memorable, por la música que podemos escuchar y por las palabras que improvisa para comunicarse con su público. Quien haya tenido la fortuna de haber asistido a alguno de sus conciertos habrá visto el enorme placer con el que Horacio compartía su saber con el auditorio antes y después de sus interpretaciones. Abría puertas. Propiciaba encuentros más plenos. Tal vez porque siempre ha sido consciente de que su encuentro con la música fue un azar, ya que nada en su entorno familiar apuntaba hacia el arte.
Cuando era muy joven le llegó una flauta de pasta Yamaha, como nos aconteció a millones de niños y niñas en México, víctimas de una improvisada política educativa, importada de Japón sin las necesarias adecuaciones. Muchos solo aturdimos con ellas a nuestros compañeros y maestros que no estaban capacitados para enseñarnos, pero él encontró su talento y firmó su destino: consagrarse a la música, para fortuna de él y de miles de personas que al escucharlo descubren el tesoro que encierra un instrumento aparentemente simple como la flauta.
Al comenzar la pandemia Horacio enfermó de Covid, pero resistió y siguió insistiendo en compartir su arte y en contagiar su pasión.
El video que les presentamos incluye dos interpretaciones de obras poco conocidas. Ambas inspiradas en el canto de los pájaros, tan presente en el silencio de la pandemia. Está filmado en la azotea de su casa. Es un experimento. En esta era en la que se pueden encontrar miles de videos maravillosos con los más variados intérpretes, nos pareció banal hacer uno más. Quisimos jugar y abrir una conversación con los pájaros que sobrevolaban su casa y con ustedes. Queda que lo disfruten. Y luego, también gocen del silencio y del canto de los pájaros que ahí, afuera de nuestra ventana, están cantando. Ajenos a nuestros lamentos, atentos a la vida.