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Daniel Goldin

Del tronco muerto al bosque vivo. Una invitación de María Sada



Detalle, de la serie El bosque y el árbol caído (2016-2020).


El bosque y el árbol caído


Antes de asumirse creadora, María Sada (Monterrey, 1954) se dedicó muchos años a la humilde labor de la restauración. Entregada a ese arte que supone borrar lo propio para recuperar al otro, Sada no sólo perfeccionó su oficio pictórico. También se sumergió en una temporalidad compleja. Restituir al presente el espíritu de lo ausente, sin esconder el percance que lo hizo desaparecer; como lo hicieron los antiguos maestros de la restauración en Italia, cuando  inventaron las técnicas que aún hoy rigen al arte de la restauración: el rigatino, el tratteggio y el puntinato, entre otras.

Todas ellas buscan generar en el espectador la ilusión de una continuidad entre la obra conservada y la parte dañada. Pero no ocultar la destrucción. Los maestros lo llaman reconstrucción cromática: a cierta distancia  el ojo del espectador no percibe ruptura alguna. Pero si se aproxima a ella, verá con claridad la distancia entre el original y la parte dañada.


De la serie El bosque... #4 § Óleo sobre madera de ébano y base de acero, 119.5 x 52 x 25 cm, 2018.


De la serie El bosque... #5 § Óleo sobre madera de ébano y base de acero, 120 x 52 x 25 cm, 2019.


Algo así aconteció cuando María Sada recibió como regalo dos árboles, más que muertos, caídos. Se trataba de un sabino y un ébano. Viajaron cientos de kilómetros para llegar a la ciudad de México. Aquí fueron cortados, pulidos y estabilizados, en un intenso trabajo que supuso la interacción de diferentes personas con diversos oficios. 

María entonces los llevó a su estudio y se sentó a mirarlos, con la paciencia que caracteriza su quehacer. Corrijo, la paciencia que caracteriza su ser.

Años después, mientras converso con ella recupero la palabra “trance”. Apareció entre las suyas al evocar ese proceso.




De la serie El bosque... detalles de la obra #6 § Óleo sobre madera de sabino y base de piedra volcánica, 142 x 51 x 30, 2019.


Comprendo que ella había dejado de ser una creadora. Se había transformado en médium para que el espíritu conservado en los maderos apareciera.

¿Qué se hizo presente? El bosque, es decir, un ecosistema en el que la muerte es sinónimo de transfiguración. 

En la pródiga economía forestal no existen los individuos aislados. Cada ente es parte de un ser colectivo y, tal vez, innombrable. Cada ente colabora: es para los otros y por los otros. Todo se transforma, por eso sobrevive.





De la serie El bosque... detalle y obra #7 § Óleo sobre madera de sabino y base de piedra volcánica, 143 x 60 x 33.8, 2019.


Las piezas que conforman esta serie muestran los entresijos de un intercambio incesante: grietas, nudos, tejidos. Gracias al arte de Sada. muestran también el entorno ausente: la imagen del bosque y sus habitantes. Un relato que es un anhelo. Nada está completamente muerto. Incluso las bases de basalto volcánico, por el contraste con la madera, se revelan fuego pétreo, y desde ese contraste iluminan la fragilidad de la vida vegetal. También su versatilidad.

La morosa entrega de Sada supone darse un tiempo para ver y escuchar. También reclama tiempo y atención. Ahí se manifiesta su actualidad tan diferente de casi todo el arte contemporáneo.



De la serie El bosque... #10 § Óleo sobre madera de sabino, 70 x 36 x 71, 2020.



De la serie El bosque... #11 § Óleo sobre madera, 85 x 45 x 55, 2020.





Imágenes y video: cortesía de la artista.



 

Daniel Goldin, editor, ensayista y pintor mexicano. Sus publicaciones más recientes son: La música de las bibliotecas. Política y poética de un espacio público, hoy (Biblioteca Nacional del Perú, 2021); y Los días y los libros. Divagaciones en torno a la hospitalidad de la lectura (Océano Travesía, 2023).

 

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