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Tere López Avedoy

Arquitectura, biofilia y biblioteca

Las bibliotecas como edificios vivos y para la vida


 


Microbliblioteca Warak Kayu, en Semarag, Indonesia | Diseñadores SHAU.
Microbliblioteca Warak Kayu, en Semarag, Indonesia | Diseñadores SHAU.



La naturaleza –es decir, la vida– tiende a ser silenciada y apartada de los edificios públicos, aunque la arquitectura sustentable y el urbanismo ecológico intentan reducir impactos negativos y mejorar nuestros entornos habitables utilizando vegetación, sistemas pasivos (iluminación, ventilación natural) y materiales reciclados o no contaminantes.

Como una renovación o un reverdecer de la arquitectura ecológica, en la última década han comenzado a proyectarse equipamientos y edificios públicos con un diseño biofílico, que como primicia de diseño incorpora el contacto directo con la naturaleza a fin de que los usuarios reciban múltiples beneficios simplemente por estar ahí, por permanecer o pasear en el lugar rodeados de vegetación.

De esta forma estaciones, parques, escuelas, hospitales, centros comerciales, infraestructuras reconvertidas y otros audaces proyectos públicos nos han mostrado que no necesitamos de un futuro apocalíptico para ser habitados por la naturaleza.


¿Es posible una arquitectura bibliotecaria que fomente el amor a la naturaleza a través de un jardín, en la acepción de biofilia de Erich Fromm, que la entiende como el amor a la vida? Fromm, también explica la vitalidad –al igual que la vitalidad de los espacios–, como vinculada al grado de amor por la vida.


Entre la naturaleza y nosotros la comunicación es a nivel molecular, como una conversación sin intermediarios.


Como espacios vivos, ¿pueden las bibliotecas públicas poner el bienestar social y humano en el centro del programa bibliotecario a través de un diseño que incorpore centralmente el amor a la vida? ¿Cómo influiría en nuestras vidas y en la conformación de nuestros espacios habitables lo que hoy sabemos acerca de los beneficios del contacto directo con la naturaleza?



La naturaleza establece relaciones directas con los seres vivos, por eso entre ella y nosotros, los humanos, la información fluye mientras respiramos, o a través de nuestra piel porosa. Ese intercambio de información nos sana, ya que se ha comprobado, por ejemplo, que el contacto con el aire puro y las plantas disminuyen las hormonas del estrés (el cortisol y la adrenalina).


La biblioteca es un sistema de información.

El jardín es un sistema de información.


¿Podría un jardín biblioteca ser el emblema de una arquitectura en la que el humano no sea la especie superior, y estar diseñada y construida con espacios de bienestar para la vida de distintas especies? ¿Y por qué precisamente una biblioteca?


Una posible respuesta es que urge reimaginar nuestros espacios para la vida pública comunitaria y colectiva, no solo a consecuencia de las posibles nuevas demandas urbanas postcovid, sino porque habitamos un mundo en el que por fin comprendemos que la naturaleza es una fuente infinita de procesos invisibles que nos incluyen, y encima, nos proporciona salud y bienestar.

Pero también podríamos recordar el fracaso de nuestra visión antropocéntrica a través del espacio material desde el cual construimos y producimos pensamiento. Por eso vale la pena insistir en la pregunta: ¿son posibles bibliotecas verdes?


Nueva Biblioteca Woollahra en Double Bay, Sídney, Australia | Imágenes de John Gollings | Diseño de BVN.



El jardinero Clemens G. Arvay asegura que “las plantas son verdaderas maestras en la tarea de enviar, recibir y descifrar información”. ¿Es el jardín biblioteca el espacio ideal para cultivar la biofilia, entendida como un espacio de conexión e intercambio de los diversos seres de vida (o especies), a través de la escucha social compartida que nos beneficie por estar/pasear/jugar/leer/dormitar/trabajar o descansar en ella?


Como los jardines, las bibliotecas no son espacios concluidos, son espacios siempre dispuestos para fertilizar procesos de vida: son sitios de siembra, de escucha, de intercambio de energía. Son, a fin de cuentas, lugares donde germinar labor: laboratorios.

Una arquitectura bibliotecaria biofílica reconocería la interdependencia de los usuarios y crearía espacios para los múltiples y distintos ecosistemas; su diseño enfatizaría el amor a la vida a través de la escucha y conversaciones para construir infinidad de redes. Un jardín biblioteca que actualice los nuevos descubrimientos de la ciencia: que la naturaleza es interdisciplinar y colaborativa, que la naturaleza estudia, investiga, reflexiona, inventa y constantemente diseña nuevas relaciones.


La política del jardín es crear alianzas, cultivar la escucha y el diálogo para las complejas interconexiones entre los seres vivos. Como la biblioteca.


La biblioteca es espacio y arquitectura pública asociada a distintos verbos –que deben germinar, reproducirse, dar otros frutos– más allá de la lectura o el estudio; está abierta a infinitos procesos individuales y colectivos de conversaciones, tal como sucede entre las plantas.


La biblioteca, anterior a los conceptos de biología y ecología, puede dar lugar a un urbanismo de espacios centrados en la salud y el bienestar de los usuarios, no solo a través de ofrecer materiales de temática climática o ambiental, organizar actividades educativas o de divulgación. También puede y debe ejercer acciones de sostenibilidad.

Pero, sobre todo, como espacio físico plural bien puede materializar espacios biofílicos a través de una arquitectura que toma directamente de la naturaleza prácticas de conexión, intercambio y escucha que beneficien a los usuarios simplemente por estar en el lugar.



Biblioteca Regional Centro-Sur de Louisville, KY, EE. UU. Fue sembrada entre árboles, con techos inclinados cubiertos de hierba y una falsa colina que es un tragaluz. | Diseñadores: MSR Design.





 


IFLA reconoce el esfuerzo verde de las bibliotecas públicas


Por sexta vez, Systematic y la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas (IFLA) presentan el Premio a la Biblioteca Pública del Año, para nuevos proyectos de biblioteca pública innovadores. Y también por sexta vez se otorgará el Premio de la Biblioteca Verde IFLA a instituciones comprometidas con el ambiente que buscan minimizar impactos negativos a través de proyectos sustentables. Las categorías son "Biblioteca Verde" y "Proyecto de Biblioteca Verde", y ya se han anunciado los cuatro finalistas de ambas categorías. Los resultados se darán a conocer en el Congreso Mundial de Bibliotecas e Información virtual del 17 al 19 de agosto de 2021.


Lista de finalistas "Biblioteca Verde"

  • Bibliotecas de Hobsons Bay (Enviro Centre), Altona, Australia

  • Biblioteca Pública de Edmonton, Edmonton, Canadá

  • Biblioteca Pingshan, Shenzhen, China

  • Knjižnica Ormož, Ormož, Eslovenia


Lista final "Proyecto de Biblioteca Verde" (biblioteca/institución)

  • Asociación Cubana de Bibliotecarios, Villa Clara Branch, Santa Clara, Cuba

  • Biblioteca de la ciudad de Oulu, Oulu, Finlandia

  • Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM)-Parques Nacionales-Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Valsaín, Segovia, España

  • Sistema de Bibliotecas del Sur de Adirondack, Saratoga Springs, Nueva York, EE. UU.



 

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