Erwan Fichou
1 de mar de 20212 min.
“¿Qué sentido tiene querer volver a la ciudad más contaminada del planeta?” Planteaba: “Lunáticos y edípicos, nos parecemos al Don Juan de Rake’s Progress, la ópera de Stravinski con libreto de Auden: acabamos enamorados de la mujer barbuda. No es posible negar las miserias de la ciudad – el aire envenenado, los barrios perdidos detrás del polvo… ¿Por qué no, entonces, buscar una mujer sin barba? […] Vista desde fuera, la Ciudad de México bate todos los récords del espanto. Desde dentro, el paisaje se percibe de otro modo: ningún apocalipsis es para nosotros, aunque vivimos rodeados de sus signos. Se trata por supuesto de una invención colectiva, pero no por ello es menos real. […] La ciudad de México cautiva […]: es imposible salir de ella, nos entregamos a un placer fatal: el beso de la mujer barbuda.”
“Más allá de las metáforas, sólo resta cerciorarnos de que la sensibilidad contemporánea nos predispone paradójicamente a la profecía y no a la historia. Vivimos en un mundo de imágenes que preceden a la realidad (…) En realidad no buscamos la visión sino el dejà vu”.
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