Esto es un jardín:
un lugar para leer, escuchar, pasear, charlar, pensar, descansar, estudiar, trabajar y jugar.
Un lugar en el que crece y se celebra de múltiples formas la vida:
la de los que a él acuden, la del propio jardín.
Un espacio al que acuden personas de todas las edades, clases sociales, orientaciones.
Un espacio público en el que transcurren/ suceden/ acontecen actos íntimos, privados, colectivos, de diversa índole.
Un lugar que está vivo. Crece ante nuestros ojos, pero crece incluso cuando no lo vemos, que responde al entorno y a nuestra presencia.
Un espacio público en línea, sin cotos ni fronteras en el que, a través de la escucha y conversaciones, buscamos ampliar al propio espacio público y las posibilidades de cada quien de participar en él, esté donde esté.
En el que cada persona es reconocida como alguien singular y por eso todos somos iguales. Estemos donde estemos.
Bienvenido.
Este jardín estuvo germinando durante años.
Tiene muchos antecedentes, algunos milenarios.
Pero ha nacido en plena crisis del Covid 19.
Puede parecer paradójico que hayamos elegido adelantar nuestro
nacimiento durante un obligado confinamiento.
Lo hacemos porque tenemos la convicción de que el espacio público no está solamente en las calles o las plazas por las que transitamos, no pocas veces ignorándonos.
Es un espacio en el que las cosas que importan se ventilan públicamente.
Y nutren de manera a veces misteriosa lo íntimo y lo privado.
Este jardín nace por voluntad de una asociación civil.
Puesto que se publica y es de libre acceso, está en el espacio público.
Pero también en un lugar que ayudará a que el espacio público crezca
y le permita a cada quien jugar, pensar, dialogar, solo o acompañado.
Es un espacio para escuchar, para conversar.
Es un espacio para leer (y escribir) el mundo.
Leer(se) (y escribir(se))
con palabras, imágenes y sonidos.
Es un lugar para estar, y para regresar.
Como acontece con los jardines, es muchas cosas a la vez. Pasea sin prisa.
Habítalo.
Cuídalo, es tuyo.