Durante mucho tiempo la observación de aves fue terreno de la ornitología y, aunque sus practicantes tenían fines científicos e interés apasionado, se trataba de una práctica invasiva que no dudaba en recurrir a la captura, y en consecuencia, al daño de las especies.
Observar aves como práctica libre y recreativa es una actividad tan reciente que apenas alcanza un siglo. Al echar una ojeada a los dos principales diccionarios de lengua castellana –el de la RAE y el Diccionario del uso del español, el célebre Moliner–, vemos que no se alude a ella en las entradas de las dos palabras más habituales que utilizamos para referirnos a esta práctica, pajarear y pajarero.
La palabra pajarear, que es como se denomina actualmente a esta práctica, aparece de la siguiente forma:
Diccionario de la RAE:
1. intr. Cazar pájaros.
2. intr. Andar vagando, sin trabajar o sin ocuparse en cosa útil.
3. intr. Ec., Guat., Méx., Perú y R. Dom. Dicho de una caballería: espantarse (‖ sentir espanto).
4. intr. Méx. Intentar oír o enterarse de algo con disimulo.
Diccionario del uso del español o el Moliner:
1. cazar pájaros 2. Vagabundear. 3. Col. Ec, Méx, Perú. Espantase una caballería.
Lo mismo sucede en la palabra pajarero/ra, que es como se denomina a las personas que practican esta actividad:
Diccionario de la RAE:
1. adj. Perteneciente o relativo a los pájaros. Redes pajareras.
2. adj. coloq. Alegre y festivo.
3. adj. coloq. Dicho de una tela, de un adorno, de una pintura, etc.: Abigarrado y decolores chillones.
4. adj. Arg., Chile, Ec., Guat., Méx., Perú, R. Dom., Ur. y Ven. Dicho de una caballería: espantadiza.
5. m. y f. Persona que se dedica a la caza, cría o venta de pájaros.
6. m. y f. Chile, Ec., Méx., Nic., Perú y R. Dom. Persona encargada de espantar a los pájaros en los sembrados.
7. f. Jaula grande o sitio destinado a la cría de pájaros.
Diccionario del uso del español o el Moliner:
adj. [de los pájaros]. 2. N. Persona que cría, caza o vende pájaros. 2. adj. Aplicado a personas, excesivamente amigos de * divertirse. 4. Aplicado a vestidos, adornos, telas, etc. 5. Hispam. Se aplica las caballerizas espantadizas. 6. Hispam. Persona encargada de espantar las aves en los sembrados.
Lo mismo sucede en el caso de observar y de avistar, dos verbos también definitorios de esta práctica. En el primer caso observar aparece como:
Diccionario de la RAE:
Del lat. observāre.
1. tr. Examinar atentamente. Observar los síntomas de una enfermedad.
Observar el movimiento de los astros.
2. tr. Guardar y cumplir exactamente lo que se manda y ordena.
3. tr. Advertir, reparar.
4. tr. Mirar con atención y recato, atisbar.
Diccionario del uso del español o el Moliner:
1. Mirar o prestar atención a algo para darse cuenta de cómo es, está, se hace y ocurre…
Mientras que avistar:
Diccionario de la RAE:
1. tr. Descubrir algo con la vista a cierta distancia.
2. prnl. Dicho de una persona: Reunirse con otra para tratar algún negocio.
Diccionario del uso del español o el Moliner:
1. Tr. Ver algo en el campo o en el mar a considerable distancia: ´Por la tarde avistamos la costa´. Descubrir, *divisar, dar vista a 2. Prnl. Entrevistarse.
Las aves siembran, y mucho; por algo resuenan las palabras pájaro y paisaje. Las aves convocan a la ciencia y a lo poético, porque pertenecen al archivo del cielo y de la tierra; por eso es bueno estar atentos al cielo y a las ramas. Observar aves requiere inmensidad y perspectiva, por eso frente a la ansiedad hipertecnológica hay quien recomienda esta práctica como una forma de resistencia, paciencia y de apaciguamiento, pero… ¿Cómo empezar?
El siguiente es un fragmento de conversación entre Karla González (coordinadora del proyecto Pétalos y Miel, dedicado a la observación de aves, la educación ambiental y la divulgación científica) y Verónica Juárez Uvejota (investigadora, bibliotecaria y amante de las aves).
La mirada y el deseo de aprender
Verónica: ¿Qué necesitamos para observar aves?
Karla: muchos recomiendan que compres equipo, que leas a tal autor y cosas así. Desde mi experiencia, la verdad no necesitas nada. Es algo que le digo a las personas cuando me dicen “Es que no puedo conseguir binoculares”. Yo inicié por mi cuenta, no tenía binoculares, ni una guía, sólo una camarita. Tomaba fotos de aves y después las examinaba con el zoom y me ponía a buscar en Internet qué especies eran.
Los celulares actuales pueden servir. Yo consultaba páginas de observación, entre ellas, una de mis favoritas era la de National Audubon Society, que tiene una guía virtual en donde tú puedes poner el nombre de la especie y enseguida te sale información. Hay otras páginas así. También me ayudó mucho naturalista, una página para conocer la biodiversidad de México, una versión en español de iNaturalist.
Verónica: ¿Qué más necesita un observador?
Karla: paciencia para aprender, porque te vas a encontrar con otros pajareros que tienen más experiencia; tú aprendes a tu tiempo, no hay necesidad de que sepas todo desde el comienzo. Es importante que disfrutes el camino del conocimiento de las aves y que respetes los tiempos conforme vas aprendiendo, porque el mundo de las aves es inmenso, hay más de once mil especies, y acá en México son un poquito más de mil, así que tienes toda la vida para aprender sobre ellas.
A manera de apunte final recordamos al poeta Ernesto Cardenal, quien al aterrizar en los Estados Unidos en los años cincuenta del siglo pasado (horas antes de ingresar a su noviciado en Gethsemani), compró una guía de avistamiento de aves, la cual le sería de gran provecho durante su estancia en el monasterio.
Cuenta Cardenal que el padre Thomas Merton, maestro de novicios en aquel entonces, solía repetir que la vida de silencio propicia la compenetración del alma y la naturaleza. Lo decía, sobre todo, al ver la costumbre de los monjes de observar atentamente a los pajarillos que llegaban en primavera al monasterio.
Entonces Merton hacía una pregunta: “¿Cuántos de ustedes, verdaderamente, se quedan parados en la calle solo para mirar a los pájaros?”
Esta galería de aves de Baja California la comparte el fotógrafo Carlos Bravo
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