Jardín Lac
15 de dic de 20202 min.
Actualizado: 17 de dic de 2020
“Donde terminan mis derechos comienzan los tuyos”, dice alguien que tiende un alambrado para marcar su propiedad. El árbol que sirve de mojón, se hace el sordo y acoge el alambre, lo integra, lo engulle, y se hiere. Desobedece.
Comprendí cuando era niño, al mirar un guayacán florecido, algo que no había comprendido plenamente:
“Alguien muestra un escándalo en el aire y dice: se llama árbol”.
Pasó el tiempo y me di a los árboles, en el piedemonte de los Farallones de Cali sembré con mi hermano dos mil y más árboles. Lenta es la construcción de un bosque, entre tanto escribí una oración para abonarlos:
Con el alambre de púas en el corazón, como una espina invertida, el árbol trasforma lo superficial en pensamiento, la ofensa en manso desdén. Y nos dice:
“El árbol no es semilla, después tallo, tronco flexible, después madera muerta. No es preciso dividirlo para conocerlo. El árbol es esa fuerza que lentamente desposa el cielo”.
El proceso
La fotografía me proporcionó la idea de un límite que es devorado. También el dolor que producen las fronteras impuestas por la propiedad: son como espinas invertidas que se acogen con dolor y terminan siendo parte de quien las interioriza.
El autor
José Zuleta. Escritor con cinco libros de cuentos, cinco de poesía, una novela y un libro de retratos. Trabaja realizando talleres de lectura y escritura a prisioneros de las cárceles de Colombia.